¿Estás pensando en llevar o llevas un piercing en el labio, la lengua o la mejilla? Si es así, antes de nada, deberías informarte de cuáles son los riesgos que conlleva. La boca es una parte especialmente sensible que requiere una atención y un cuidado especial, por eso es importante tener en cuenta las consecuencias que puede implicar llevar un piercing:
- Dientes astillados: Astillarte o fracturarte un diente puede ocurrir cuando el piercing choca contras los dientes al dormir, hablar o comer. Una fractura profunda puede derivar en endodoncia o extracción de diente.
- Daño en las encías: Los piercings pueden rozar con las encías y, por lo tanto, hacer que éstas se separen.
- Inflamaciones: suele ocurrir cuando te acabas de poner un piercing. La lengua puede inflamarse y en algunos casos obstruir la vía respiratoria.
- Daño en los nervios: puede ocurrir de forma permanente o temporal, provocando que la lengua quede adormecida. Además, esto puede afectar a la pérdida de sensibilidad en el gusto y los movimientos de la boca.
- Infección: Durante la perforación del piercing, la boca queda expuesta a bacterias que pueden ingresar al torrente sanguíneo.
- Enfermedades de transmisión sanguínea: Si los instrumentos con los que se realiza la perforación no están correctamente esterilizados, puede transmitir enfermedades tales como la hepatitis.
Como ves, no son pocos los riesgos a los que uno se expone si decide llevar un piercing en la boca. En tal caso, es imprescindible llevar a cabo una buena higiene bucal con enjuague antiséptico. Y te recomendamos que cada vez que duermas, comas o practiques deporte, te quites el pendiente. De esta manera, evitarás correr riesgos innecesarios.